Yo mismo he sido uno de ellos, yendo siempre, ciegamente y dando tumbos, con imágenes desgastadas de notoriedad o espiritualidad adolescente.
Podría decir que el tiempo nos pone siempre en nuestro lugar, pero ya no estoy seguro de que el tiempo exista. Sin duda a cada quien le llegan muchos momentos, de los cuales recordamos aparatosamente aquellos que fueron la consecuencia de desiciones inoportunas y momentos desagradables. Es como cuando compramos un objeto, al salir de la tienda ya ha perdido totalmente su valor y solo nos queda una cosa más la pérdida del tiempo que gastamos o la deuda subsecuente en la que se seguirá yendo parte de nuestra energía.
Quizás uno de esos momentos que llegan es el punto crítico donde intentas, por primera vez, ajustarte a lo que piensas que debería ser el plan real del universo. Sin embargo tan solo es darse cuenta que por enésima vez que no tienes la razón y lo que se ha avanzado en la vida ha sido prácticamente nada.
Aquí llega quizás la más difícil y primera de muchas y consecutivas resoluciones, dar el primer paso significa arrancarte el pasado y las doctrinas ajenas, no es cualquier cosa y sin embargo apenas comienzas.
Pero mirar hacia aquel pasado que acabas de abandonar no es necesario, ya no existe es parte de toda la falsedad que te mantuvo atrapado y vacío, no hay vuelta atrás.